La versatilidad de la pintura acrílica solo es comparable con la multifuncionalidad de la cinta de papel. A riesgo de reproducir estereotipos de género, me animo a decir que son las herramientas domesticas de cualquier mujer moderna. Se rompe algo, cinta de papel y pintura del mismo tono. Perfecto. También amo la engrapadora, pero por puro delirio, ese nombre en el mundo de los artículos de librería equivale a llamarse Gervasia. Además es como un arma. Las cosas que se recargan permiten un rito secreto, un antes inmediato que se presta a cierta símbología. Es eso -trataba de acordarme de esa sensación en otro objeto- la lapicera de pluma. Desenroscar, sacar vacío, cargar nuevo y ver como la tinta recorre las nervaduras. Es un instante de fuga en una cotidianidad tosca. Proveerse de cosas que necesitan provisiones.
Lo manual. A veces es tan importante tener un oficio. La mente en silencio observa como la mano corta, mira, separa, moldea. No dice nada.
Los artículos de librería son para mi, lo que el auto es para algunas familias. A falta de poder adquisitivo para comprar una casa, compran autos, para convertirlos en capital y cambiarlos...Bueno en mi caso, a falta de suficiente margen para darme grandes gustos, sólo me compro cosas en las librerías y en las tiendas de accesorios, tipo invisibles y delineadores.