jueves, 22 de diciembre de 2011

Recalculando

Tengo una amiga, compañera de trabajo, con quien mantengo una fluida -excesiva- comunicación por mail.

Últimamente, en el caos de las jornadas laborales, para subsanar o amortiguar los malos tragos recurrimos mucho a dos expresiones: “Si sirve de algo” y “si te hace feliz”.

Las usamos por separado pero indistintamente, porque el fin es el mismo:  Es un improvisado mecanismo de defensa que consiste en rebajar con un toque de humor las complicaciones de último momento. Así, el lector fulminado por una noticia hostil siente que del otro lado hay alguien que entiende el sinsabor. Se genera cierta complicidad y cercanía.  

1) Fulanito a último momento dijo que no va estar en la revista. Hay que cambiar todo el índice, pero si sirve de algo, es un tipo simpático.

2) El trabajo que mandamos a tal institución está incompleto, dice que le faltan imágenes, si sirve de algo lo reclamaron con mucho tacto.

Generalmente, lo que viene después de la coma no sirve de nada. La antitesis nunca aporta algo valido, no ayuda a una superación. Está ahí más bien para jugar con la fatiga compartida. Como mucho genera una semi sonrisa de labios pegados que esconde dientes tensos. 

3) Te la paso la grilla y la cerras vos. Yo estoy terminando con  todas las correcciones, y si te hace feliz se me está cortando la luz.

4) Recién llego, ya estoy en la PC. Si te hace feliz me agarró la lluvia.

El límite entre cinismo y agresividad siempre es muy sutil. El lenguaje escrito oculta la intensidad de nuestra ira o desesperación.


Ahora, lo interesante -aburrido dirán algunos, apasionante otros-, es que este tipo de conectores forman parte de lo que en gramática se llaman “marcadores del discurso” y más específicamente de la familia de los Reformuladores, del tipo “al fin y al cabo”, “de todos modos”, “en el fondo”, “después de todo”,  etc.  

¿A qué viene esto? A que, lo que en principio parecen expresiones precarias de resignación, en realidad importan una estrategia de salto dimensional, de giro semántico que nos aparta del blanco de las flechas. 

Resumiendo. Lo que está después de la coma, después de A, viene a reformular sus detalles implícitos, generalmente impensados, y reforzar como argumento valido y más fuerte lo que está después;es decir B. Que llega como agente de distracción pero humor mediante recorre a los gritos la cabeza haciéndo olvidar a A. 

5) Mañana se acaban mis vacaciones, de todo modos, era un oasis, una alucinación en el desierto del sometimiento del sistema”… y cosas por el estilo. A queda reducido a la nada, uno sale airoso, en una forma extraña y poco placentera. Todo gracias a B

Rebuscadas formas paliativas. La gramática combatiendo la angustia existencial. 


viernes, 16 de diciembre de 2011

CULPABLE. Muchas preguntas, días indecisos.

 
Hace tres días llueve con sol, con bronca, con discreción, con desgano, por barrios, por horas, por capricho... Escampa, y cuando parecía haberse consolado, recuerda otra fatalidad y a llorar, por lo menos por un rato.

Siento cierta afinidad con estos días, pero están agitando recuerdos erráticos, bien encerraditos.

¿Es siempre necesario un confidente? ¿Qué tanto de lo que hacemos fuera de los límites puede quedar en nosotros? ¿Muere?, ¿permanece latente?, ¿se transforma en  vicios?

He aquí dos aforismos relacionados con la situación:

“Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice”, y “el que calla, otorga”.

De ello devienen preocupaciones divergentes: No quiero ser dueña de algo que me perturbe. Es como tener un perro asesino, un arma en el placard, una agenda, un reloj, una bomba atómica. Pero por otro lado me preocupa pensar qué de mí estoy otorgando y sobre todo a quién con este silencio.  

¿Cuanta importancia tiene la verbalización sonora a la hora de la redención? ¿Puedo expiarme cantando en voz alta algo que metafóricamente recree la falta?

Hace algún tiempo hice algo, que pese a la inmensa facilidad para justificar mis actos, no puedo hacerlo ingresar al catálogo de lo permitido. Probé sincerarme con Zama, gata de pocos prejuicios. No pude. En el baño frente al espejo intenté pronunciar mi error mirándome a los ojos. Tampoco resultó. Pensé en recurrir a un sacerdote; gritarlo durante un embotellamiento, escribirlo en un papel. Imposible.  

Madre estaría orgullosa de mí si supiera las ganas que tengo de sacar la basura. Pero una vez que lo haga,  habrá mugre por todos lados. Quizás algo pueda reciclarse, pero cómo saberlo.

¿Si ando más de una hora por día en bici, después de cierta cantidad de calorías,  empezaré a quemar culpas?

Bien, el desafío es transcribir acá, y dejar que los lectores -exiguos- me juzguen según sus criterios y valores:

Sucedió hace un día, hace algunos meses. Me acababa de levantar, salí al balcón, no recuerdo si a buscar algo en particular o conducida por un perverso designio. Ya hacía calor, me acodé en la baranda unos segundos...

... No, no puedo. Daré un par de opciones, entre ellas puede que esté oculta la verdad o no. Cada uno, por su grado de conocimiento o confianza me atribuirá un ítem y en base a ello dictaminará:

a) Zama se acercó, también recién levantadita. La alcé para mimarla, pero se me cruzó la idea. Un doble de desafió. Arrojé a Zama desde el tercer piso para comprobar de un sólo “tiro” si es cierto que siempre caen de pie y si es cierto que tiene más de una vida. La vi apoyarse, con cierta sutileza de ehco, en sus cuatro patas, maullar y caminar desorientada. Bajé corriendo, la traje y le hice creer que se trató de un descuido.

b) Escupí en la calva reluciente de un transeúnte y me oculté.

c) Después de establecer contacto visual con un Sr. Barrendero que se veía muy fatigado,  le enseñé los pechos por unos segundos, sin ningún motivo,  ni pretensión.  Después hice caso omiso de los timbres que sonaban en todos los departamentos del tercer piso.

d) Me pareció una hermosa mañana, entré y me preparé un trago. Lo tomé como desayuno.  Saqué una silla y me tiré panza arriba, acto que repetí por semanas, mientras mi jefa creía que trabajaba.

e) Pasó un afilador, con su melodía particular. Agarré un par de cuchillos, me cambié,  baje rápido y lo corrí unas cuadras. En una esquina lo paré y en venganza por una estafa anterior del gremio, le clavé uno de los bien afilados,  pero a un precio usurero, cuchillos en el abdomen. Sin emitir ningún sonido, se cubrió la herida con las palams y se cayó con la bici. Salí corriendo. Nadie me siguió. Busqué en los medios si hubo cobertura, me parecía bastante poético que un afilador haya sido acuchillado. Justicia divina, los diarios nunca la contemplan.

Engañar es necesariamente transitivo, se engaña a alguien o no se engaña. ¿Seré yo la víctima?

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Gente linda, acceso gratis.

Fragmentos de la película, muy recomendable "El lado oscuro del corazón" de Eliseo Subiela.


De Alberto Mont.

De Cortazar: Viajes.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Decíamos AYER, cerca del faro

Hay situaciones. Estar acompañado. Estar solo. Dormir en un cuarto, dormir en carpa. Levantarse con un despertador o con pájaros increiblemente extasiados frente a cada amanecer. Adaptarse es un atributo que compartimos con otros animales, pero a diferencia de ellos, nosotros lo ponemos en práctica mil veces más.  Sí,  hay osos que desayunan con mamadera, pero sólo cuando son chiquitos, y lo de las vacas de ganado es un caso aparte. En el ser humano no todo es instinto, muchas veces media la razón, la conciencia y la propia voluntad. La idea de supervivencia se vuelve elástica, inmensurable.

Ir de camping, es un excelente ejemplo. Reducir el espacio habitacional a un metro cuadrado. Dormir incómodo, caminar cincuenta metros hasta el baño, hacer fuego con papeles y leña. Usar ropa sucia. Restringir el consumo de medios, electricidad y alimentos refrigerados. Tanto avance, tanta civilización para que un grupo de personas elija una vida similar a la cavernícola. (Juan me ha dado de mazazos en la cabeza.)

La primera noche, por más exagerado que suene, padecí intensamente el frío. Maldije una y otra vez someterme a eso. Estaba acostada sobre una revista deshojada, con toda la ropa que tenía, encimada, tiritando, sin mucho que hacer. Al cuarto día, tipo 8.30, salí del horno que un sol a fuego medio alimentaba,  un poco dorada, me desperecé  y dije "Oh, sí, esto es vida y no otra cosa".  A mis espaldas Juan comenzaba a sacar las estacas y desarmar la carpa. Redapatción urgente.

Fuimos de camping al Mar. Al de siempre. Hubo sol, hubo cenizas, tormenta, viento, un poco de resolana.

El mar estuvo bravío, espectacular, insomne.

El mar es Dios. Está ahí, desde siempre, alrededor del mundo, respirando. Nos expía, nos perdona, nos conmueve. Jugar con Dios es sano. Contemplarlo y escucharlo también. Las olas como bofetadas divinas nos han dado santos revolcones. La extrema belleza, la sencillez y armonía. Dios debería ser así.

Por la noche lo buscamos, en el camino una lechucita patotera nos hizo cruzar de vereda. Cuando le contase a sus amigas, seguramente más altas, no le creerían.

"Les juro, eran dos de esos seres, me sextuplicaban en tamaño. Estuvieron mirandome un rato. Comentando cosas, me alejé y los esperé atrás de un farol, cuando asomaron, les grité "QUIHGIGH". Se tomaron fuertes de la mano y cruzaron del otro lado. Debieron estar ahí, ver sus caras"

El mar de noche. Avanzamos por la arena humeda que dejó la tormenta. Las olas nacían y crecían en la oscuridad. La explosión las hacía visible. La espuma rabiosa estallaba en hilera como un reguero de pólvora sobre un desierto de talco.  Su ritmo fue sintonizando nuestra respiración, los latidos, los pensamientos. Una suerte de unidad, una unidad afortunada.

De regreso. Encontramos estrellas en los charcos que la lluvía dejó al costado de la ruta. Fue detenerse y mirar fijo hasta que empezaran a aparecer. Antes, estuvo la lechucita, pero todos fingimos indiferencia.




Cosas más o menos vinculadas

Más que un camping.
http://www.gaia.org.ar/ecovilla/index.html

Sorpresa: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=KX2BQM0D01M

Sobre el Faro.

martes, 22 de noviembre de 2011

Una chica sin contemplaciones

Contemplación: acepciones aproximadas

(s.f.) Evaluación de algo en modo particular: “Contempló la posibilidad de salir corriendo con la mochila del retrete entre los brazos”.
(s.f.)  Observación atenta, reflexiva  y delicada: “Contempló las estrellas y se estremeció de terror”
(s.f.) Consideración en el trato. Aceptación, concesión, tolerancia, paciencia.
- Ejemplo de diccionario: “Lo echaron del restaurante sin contemplaciones”
- Ejemplo de la vida real: “Mordiéndose los labios y evocando los mejores recuerdos compartidos, ante el agravio inusitado e injustificado, se quedó callada, por contemplación de la situación particular que atravesaba su interlocutor. (...) Frente a un reproche sacado de la misma sopa rancia que venía cocinando hace semanas, casi estalla arrojando el brebaje putrefacto por los aires,  pero tuvo contemplación y esbozo una sonrisa sumisa.

Tener contemplación hacía alguien es considerar su situación o estado detenidamente antes de emitir una respuesta contundente (física o verbal). Es bajar el mazo.

Hay casos de difícil aplicación: Cuando el malestar...
1) No se cuenta, se trasmite.
2) No se comparte, se proyecta (en su doble raiz, de proyectil y de proyección)
3) No se reduce con la exteriorización; se revive, se agiganta y recrea todas las emociones provocadas en primera instancia (frente a uno).

* Ejemplo narrativo con otras de las acepciones mencionadas: Dos amigas se reunieron en un café. Una de ellas había tenido una discusión con su padre. Él, sin contemplaciones, contemplando su avanzada edad, la echó de la casa. Desesperada, X sin casa (XSC) llamó a X con casa (XCC) para pedirle alojamiento por uno días. XCC no tenía problemas, pero durante el encuentro, la furia de XSC, las risas histéricas,  los golpes a la mesa, los adjetivos peyorativos que pasaban de su padre hacía ella, las acusaciones de complicidad con el progenitor, el escupitajo en el piso, la verborragia acida y fatalista y el destrato al camarero, le hizo contemplar la opción de fingirse apurada, dejarle las llaves y alejarse de ella durante su estadía.    

Personas desgastadas por las contemplaciones:
1) Yo
2) Algunas enfermeras y docentes.
3) Médicos de provincia.
4) Psicoanalistas
5) Pasea perros, todos los caninos tienen su tiempo, sus distracciones, un largo determinado de patas que hay que contemplar 

Los riesgos de  ser una persona sin contemplaciones:
1) Algún día necesitaremos ese trato.
2) Perder amigos.
3) Perder pareja.
4) Recibir feos regalos, o de selección poco dedicada.
5) Engordar (siempre es un riesgo a partir de mi edad)
6) Las múltiples formas en que se manifiesta el Karma:
- Los choferes de colectivo no se detendrán por nosotros, aunque nos vean por el espejo retrovisor corriéndolos durante cuadras.
- No nos darán el asiento aunque estemos repletos de bolsas y enyesados.
- Nadie nos ayudará a colocar la cadena de la bicicleta.
-etc.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Excepciones

"Que yo sepa nadie ha explicado esto, de manera que lo mejor es dejarse de pudores y contar, porque al fin y al cabo nadie se avergüenza de respirar o de ponerse los zapatos; son cosas, que se hacen, y cuando pasa algo raro, cuando dentro del zapato encontramos una araña o al respirar se siente como un vidrio roto, entonces hay que contar lo que pasa, contarlo a los muchachos de la oficina o al médico. Ay, doctor, cada vez que respiro... Siempre contarlo, siempre quitarse esa cosquilla molesta del estómago."
                                                                                            Julio Cortázar, LAS BABAS DEL DIABLO


jueves, 13 de octubre de 2011

"Cielo de ovejitas" (Sol de agua)



Terruño. Él se emociona con este tema, su madre también. Yo aprendí a saborear sus ingredientes esenciales: los pagos, los seres sencillos, la tierra, su fuerza, su humildad, el acordeón, la presencia de la naturaleza; los ayeres mitológicos, el futuro tallado. El viaje, el regreso; los años, la sabiduría.

No es melancolía, más bien un homenaje.

Aquí, a las lluvias por venir las anuncia el pronóstico extendido. Llegaran, dice, por la mañana y luego por la tarde, serán puntuales si el tránsito se mantiene regular. Chaparrón, no sé, pero se permiten la palabra chubasco que es mucho mejor.

Por más esfuerzo técnico al servicio de categorías serias, la flora y fauna climática se reproducen en términos melodiosos. Desde precipitación a tempestad, pasando por suave soleada neblina mágica, ventisca que sopla el sur a velocidad mesurable y cielo nublongo marfil.

Como los árboles, son gremios que eligen los nombres más bellos, no así los aderezos.

El clima en los sueños es diferente, las palabras son las mismas pero refieren a fenómenos extravagantes. Va a nevar dijo X soñado y a los pocos minutos empezaron a salir plumas a borbotones de las grietas en las baldosas.

viernes, 19 de agosto de 2011

Efímera evasión


Es una canción muy cursi, y un video bastante raro, pero lindo. Desearía estar en Hawai viendo a Betty bailar, charlando con Popeye y Olivia, bajo un sol a 32 grados de temperatura.
Fue lo primero melódico que escuché en un día que me levanté con gripe, los ojos hinchados y la cabeza pesada. Me arrastré al quiosco de la esquina en busca de algo para desayunar. En TN pasaba el pronóstico, 5 grados, posibles lluvias, y mientras sus cámaras recorrían escenarios de la ciudad, de fondo pasaba esta música. La versión era interpretada por Dancing Mood con Mimí Maura.

Ya en mi epoca en el bar había notado esa perfecta sincronía, esa coherencia que siempre logra el sr. programador de TN entre las imágenes, la temperatura y la música. Celebro eso.

jueves, 18 de agosto de 2011

Justicia al fin y al cabo

El gato o la humedad

Cuando llegué a vivir a Buenos Aires -ha pasado mucho tiempo, pero si me preguntan digo cuatro años-,  me burlaba de como la humedad era la explicación favorita para todos los pesares porteños. ¿Vio lo que era hoy el tránsito? Y sí, es la humedad respondía el otro. Es un invento pensaba, no tiene tanta presencia ni injerencia como se afirma en los ascensores.

"Esa gata es una india" dijo una amiga. Si lo pensara en profundidad rechazaría ese apelativo por su connotación racista e históricamente repudiable. Pero por el contrario,  me remite a mi infancia, partía del asombro hacia un niño con pocos modales, una crítica -a veces sí petulante- que con un dejo de humor y ternura se hacía ante quienes no sabían acatarse a las buenas maneras.  Esa niña es una india habrán dicho de mí, a mis espaldas, o a mi madre.  De todos modos, me resultó encantadora y pertinente para describir a Zama. Está  loca también se podría decir. Sus saltos impulsivos, sus corridas sin meta, su contemplación estática y alerta de lo inexistente. No se deja mimar mucho, solo un par de caricias y después quiere zafarse, o va un tarascón. Es sin duda una india.

Mi garganta anda medio intransigente hace unas semanas. No molesta pero deja pasar mucho menos aire del que se necesita para no tener que dar cada treinta segundos una gran bocanada. Y lo que pasa genera un silbido marino, incomodo en la rutina cotidiana y demasiado audible por las  noches. Además esa inhalación/exhalación exagerada, ese intento de reanimación pulmonar no suena muy diferente a un profundo suspiro, lo cual puede tener muchas interpretaciones. Si entro a clases, miro al profesor y se me escapa un gran suspiro. Este puede creer que estoy enamorada de él,  que su presencia frente al salón es algo a lo que me he resignado, que me alivia que haya asistido o que me fastidia su puntualidad.

Pero es cierto, a veces las cosas no se secan, y todo está brillante y pegajoso. Cuesta conciliar el sueño o pasear distendido.  Hoy leí,  humedad 100%. Pero puede ser alergia a la india de Zama. En ese caso estaría en un aprieto, literal. Cuando fui a Corrientes, no hubo problemas. Lejos de Zama y Buenos Aires. ¿Será una combinación de ambas? Podré ser feliz con Zama en Córdoba, sin Zama en San Telmo. No son opciones posibles. Me agita incluso el tipear.


Adjunto una imagen con las dos principales sospechosas de este estreñimiento de bronquios. Hay otras cosas, la ansiedad, toxicos y toxinas, mal estado físico, pero son más dificiles de fotografiar. Nótese claramente las manchas de humedad que sobrevuelan el aire. Después de tomar esa foto di un gran suspiro. Zama pensó que era porque pese a su cercanía no tiró el florero.

miércoles, 27 de julio de 2011

El pasado, el presente y el futuro: Ensalada mixta.

Volverán siempre. Después se irán y en algún momento quedarán atrapadas en el plafón junto a los bichos que se refritan. Hoy siento que las tres instancias están todas mezcladas. Las horas del día revuelve y lanza contra la pantalla. Las medidas temporales, cosas poco precisas.

viernes, 22 de julio de 2011

Les bons amis



Puede considerarse sólo como un gancho para atraerlos al blog, quizás lo sea.

Sé que Pau organizó algo copado, con regalos personalizados y todo,  sé que por acá se juntaron en "los de los chicos"... Mi día del amigo fue más bien patético, terminé vagabundeando sola, medio ebría, sumamente deprimida, bastante melancólica. Pero no será el último y no significa que ese día no sea una buena excusa para tener un "bonito gesto".

Sí me olvidé de algunos nombres. Lo siento, al final son bastante más de lo que creía.

Un abrazo, los quiero mucho.

miércoles, 20 de julio de 2011

Intensidades


Cuando por varios días me mal predispone un dolor de cabeza, pienso en Perry. No recordaba su apellido, Smith, claro. Revivo una imagen muy nítida en una cafetería, esas típicas norteamericanas con las sillas fijas,  largas, acolchonadas, unidas por el respaldo Perry se tomaba tres aspirinas s juntas para calmar el dolor.

Iba a escribir sobre balcones en planta baja. Esas barandas de un metro que ponen en las esquinas de cruces peligroso, para evitar que la gente en su apresurado andar pretenda zafarle a la senda peatonal. A veces exageran y las hacen  llegar hasta casi mitad de cuadra. Yo entiendo que es una medida cariñosa y paternalista, también entiendo el contratiempo y posibles traumas  físicos y tramites legales que implica ser atropellado, pero tanto recelo me incomoda, y obviamente me obstaculiza.

Nunca me cayeron bien esas barandas, incluso aunque algunas cuenten con unas esferas decorativas cada diez rejas. Pero antes de ayer, domingo, pasé gran parte del día encerrada en la Biblioteca del Congreso. No es que haya habido una de estas barandas cercando la salida pero necesita estudiar y hay algo en el aire de la biblioteca que produce concentración absoluta. Ustedes dirán, es el silencio y la ausencia de la gata dando vueltas por ahí, pero creo que es algo más... químico. Tengo la impresión de que muelen un montón de esas pastillas que recetan a los niños con síndromes de atención y las mezclan con el desodorante de ambiente.

El punto es que después de estar casi nueve horas sentadita estudiando salí un poco fatigada. Necesitaba un momento de distracción, de readaptación. Pasé por unas de estas esquinas enrejadas y por primera vez no sentí esa sutil molestia. Me acerqué, me acodé sobre una de ellas y me entregué a una  contemplación silenciosa y dispersa. Con el viento se logra la ilusión de altura, pero la  perspectiva es diferente, en lugar de mirar hacia abajo, uno puede mirar de frente y ver el tráfico avanzar, detenerse y renovarse;  cambiar de color,  de modelo y velocidad, o puede mirar hacía arriba y encontrar pistas de lo que original o antiguamente fueron algunos locales.

Claro que también se puede contar ventanas encendidas. El espectáculo sería mejor si no estuvieran tan instauradas las luces amarillas y blancas. Si la gente aprendiera a vivir bajo otros colores. Azul, rojo, violeta. Todo es adaptación.

No quiero que se considere un homenaje o una falta de respeto recuperar a este inconspicuo personaje, pero hay algo en este punteo estéril que vibra, que sin pretenderlo revela algo de la naturaleza humana, de las privaciones, de las consecuencias. No significa que detrás de cada delincuente haya una historia tan oscura, pero sí muchas sombras. 

miércoles, 13 de julio de 2011

Jóvenes manos de tijera

Al momento de requerir un corte de cabello acudí durante años a "la escuela de peluquería".  Me han informado, sin el tacto que a mi parecer correspondía, que cerró.

Era una experiencia de lo más simpática, uno podía elegir a precio diferencial ser atendido por un alumno o un profesor. Escogía lo primero. Entonces  uno de ellos se acercaba tímido y, luciendo muchas prácticas realizadas sobre su propia cabeza -cortes mal logrados, mechones quemados, tintura despareja-  me preguntaba en voz bajita qué estaba buscando.

Cuando le explicaba - mi cabeza por fuera es bastante sencilla- con los ojos entrecerrados trataba de recordar la clase en la que enseñaron eso, al rato asentía un poco dubitativo y tomaba las tijeras. Era tal el medio a hacerme daño o algo irreversible que la abría y cerraba  a varios centímetros de las puntas.

Después la peluquera docente venía y le preguntaba horrorizada qué me había hecho. Él se defendía con un lenguaje muy elaborado. La profesora le  ponía la calificación y yo,  con un lindo seis en la frente, salía  sintiendo que había hecho un aporte a la formación de alguien, que colaboré en un específico marco pedagógico.

Esos días de sentirme usada y útil se acabaron. Mis crenchas crecieron, volvieron las porras. Me di cuenta que tenía que hacer algo cuando una tarde salí de bañarme a las tres  y eran las 20:45 y seguía desenredándome el pelo.

Fui en busca de un nuevo peluquero. Encontré a alguien a quien llamaré Lidia. Junto a una amiga abrieron hace poco el local en la misma cuadra de la peluquería de su ex jefa, quien dice era una arpía. Usó esa palabra.

Las ventajas de Lidia

Es simpática, sencilla, veloz, está cerca de casa, es económica. Tiene experiencia e iniciativa.

Las desventajas de Lidia

 No tiene en absoluto empatía física. No sé si es posible esta acepción, pero Lidia es incapaz de ponerse en tu lugar cuando está llevando acabo su oficio.

Desde el momento que empezó a desenredarme el cabello, noté cierto descuido hacía mi bienestar. Jalaba del pelo como si estuviera soldado a mi cuero cabelludo. De haber tenido cinco años, me hubiese largado a llorar. No obstante tratando de mantener una sonrisa soportaba sus tironeos estoicamente. A veces con disimulo trataba de sostener más arriba los mechones con los que estaba ensañada para evitar que la tensión recayera sobre las  raíces.

En el momento de ponerme broches para separar mi cabello en capas,  no la pasé mejor. Parecía desconocer lo agresiva que podían ser las puntas.  Después empezó a humedecer el cabello con esos pulverizadores, lo más cómico fue cuando llegó a los mechones del frente.  Me costaba mucho aguantar la risa porque con toda la buena onda del mundo, mientras me hablaba me rociaba la cara y yo pestañeaba más, me enjugaba los labios y ella no se percataba. Recordé a Silvestre, el gato de los Lonny Toons era como si me estuviera hablando.

El corte una maravilla. Me pregunto si estos detalles de tacto y sensibilidad se los enseñarán en las escuelas.

Lección tres: Cuando humedezcamos el cabello cuidemos de no tener el pulverizador demasiado lejos porque a más distancia mayor el radio de proyección y es probable que moje los ojos, la cara. Aunque sea verano o la temperatura sea muy elevada es poco probable que ello se disfrute.
Lección Cuatro: El cabello es una extensión del cuerpo, está conectada a él por terminaciones sensitivas: Si lo jala duele.

martes, 28 de junio de 2011

¿Que hay detrás de una curita?

 Respuestas posibles.

1) Una marca que se impuso por sobre el producto y el sustantivo que lo designa: apósito o bien tira adhesiva sanitaria.
2) (La obvia pero demasiado general para el caso) Un corte, una raspadura, una ampolla.
3) Lo que realmente se esconde:

3.1) Una ensalada en preparación, un tomate a medio cortar, la lechuga serpenteada en la fuente. En la calle alguien frena a último momento, el ruido agudo de las gomas en fricción con el asfalto sube hasta la ventana de la cocina. Un sobresalto, un descuido, un poco de sangre en la punta del índice. En comparación con el rojo del tomate, el del dedo contiene más dolor. El cuchillo es tirado con brusquedad como si hubiera participado adrede.

3.2) Un corta pizza de hoja circular que espera  impaciente secarse y ser trasladado al cajón de utensillos especiales. Cajón, que al no se solicitado con tanta frecuencia como el de los cubiertos diarios, permite un descanso más profundo y prolongado. Parte del filo sobresale por debajo del secaplatos metálico que se abre en forma de catre. Con el trapo amarillo seca la mesada, al pasar la mano por donde lógicamente está más mojado, la hoja rueda sobre su dorso. Se dibuja una linea perfecta que no tarda en ensancharse por la sangre. Un grito con gran dosis de sorpresa. Una maldición. El trapo ahora chupa la sangre camino al ropero. En la caja de pastillas están las curitas.

 3.3)  Una pareja discute mientras camina a toda prisa a la terminal de ómnibus. Ella viajará por tres semanas; las cosas no deberían quedar así. El traqueteo de las ruedas de la valija refleja el ritmo acelerado que llevan y suma tensión. Apenas miran hacía adelante, están más atentos a los gestos de expresión y reacción del otro. A mitad de cuadra un grupo de chicos ocupa gran parte de la vereda. Se desvían. Uno de los nudillos de él roza la punta metálica de un basurero.  Una puteada. Se detienen, ella toma su mano,  la herida no es tan profunda. Se miran, se calman, sonríen y saben que todo va a estar bien entre ellos. En los días siguientes él llevará una curita y de tanto en tanto la mirará con ternura.

3.4 Un gato temperamental, nuevo integrante en una familia acostumbrada a tener perros. El niño lo alza a cada rato, le acaricia con demasiada presión, juega con sus patitas. El gato aguanta la molestia que esto le ocasiona, aún no sabe como reaccionarán ante una muestra de carácter. Tanto tiempo en una jaula, no quisiera volver allí y la calle, ni pensar en la calle. Además parecen sujetos simpáticos, el lugar es cómodo, si no fuera por ese chico insoportable. Una tarde el niño quiere que el gato atrape un pedazo de papel, el gato reflexivo finge indiferencia, el niño acerca más su mano para agitar el papel  cerca del hocico. Un movimiento perfecto, imprevisto, sumamente ágil desgarra con tres uñas la muñeca. El niño tira el papel asustado, llorando se queja ante la madre, que defiende al gato y pone una curita al niño.

Engrapadoras, cajones, golpe certero y furioso contra la pared, una manopla que se corrió un poco y nos hizo apoyar las yemas en la fuente ardiendo; un juego de básquet, zapatos nuevos, copas rotas, carreras hacia el colectivo que ya arranca,  paseos en bicicleta, caidas del árbol. 

 Detrás de cada curita hay una historia que por sencilla y breve que sea, marcó una diferencia con el día precedente y el  posterior. Es algo que no se planea, ni se prevé. Escapa a la rutina, nos enrostra el cuerpo, su vulnerabilidad, la composición sanguínea. A riesgo de sonar masoquista, festejo estas pequeñas irrupciones en la dermis tan ligadas al descuido, que nos alertan sobre la alienación y de paso permiten a la industrias de los apósitos continuar en pie.

Un profesor, materia teórica, muy comedido en sus movimientos, sin rasgos de perfil agresivo,  porta una curita en su dedo mayor: ¿qué pudo haber pasado?


viernes, 24 de junio de 2011

Como el sol que burla el pronóstico


Es de público conocimiento que la vida en nuestro planeta es posible única y exclusivamente gracias al astro mayor que irradia una energía tan poderosa, tan intensa que suscita la devoción entre seres vivos y cuerpos completamente inanimados. Por el contrario su relación con la vitalidad, entendiendo por ella, una voluntad alegre, un extra de lucidez, entusiasmo y animosidad, sobre todo para realizar tareas que no deparan ninguna sorpresa; esa relación no ha sido muy estudiada. Por falta de tiempo de quien escribe, esta no será la excepción.

Sólo quería decir que ayer noté que en Buenos Aires llevábamos por lo menos dos semanas sin sol. Lo noté con fastidio, con gran desazón. Nadie ha muerto por ello pero creo que repercute seriamente en la rutina. Cuando hay sol es más fácil hacer bien las cosas, ser amable, pensar que todo sigue un curso positivo,  mudarse el pijama. Cuando no, al principio uno finge que no le importa, dos o tres días; al cuarto la molestia ha crecido pero aún nos abstenemos de formularla concientemente, a la semana viene un quejido casi mudo, un ligero refunfuño. Pero al día trece, al abrír los ojos y confirmar por la luminosidad del cuarto que el sol sigue ausente, directamente lanzas una maldición a viva voz. Te levantás pensado que la vida es un infierno, que todos están locos, que nada tiene sentido, que si no hiciera tanto frío te irías a escupir autos, así, en pijamas.

Esta mañana, como muchos habrán podido apreciar, amaneció radiante, colmó la sala, florecieron sonrisas en los recién levantados. El café no fue una urgencia, el frío quedó opacado.

* Más información sobre las particularidades en la salida del sol: La Calle del agujero en la media


lunes, 20 de junio de 2011

Lo lúdico, el descanso, el pasado

Poema de Viel Temperley

 El nadador

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Soy el hombre que quiere ser aguada
para beber tus lluvias
con la piel de su pecho.
Soy el nadador, Señor, bota sin pierna bajo el cielo
para tus lluvias mansas,
para tus fuertes lluvias,
para todas tus aguas.
Las aguas como lonjas de una piel infinita,
las aguas libres y la de los lagos,
que no son más que cielos arrastrados
por tus caídos ángeles.

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada.
Tuyo es mi cuerpo, que hasta en las más bajas
aguas de los arrollos
se sostiene vibrante,
como en medio del aire.
Mi cuerpo que se hunde
en transparentes ríos
y va soltando en ellos
su aliento, lentamente,
dándoselo a aspirar
a la corriente.

Soy el nadador, Señor, soy el hombre que nada
hasta las lluvias
de su infancia,
que a las tardes crecían
entre sus piernas salpicadas
como alto y limpio pajonal que aislaba
las casonas
y desde sus paredes
celestes se ensanchaba.

Soy el nadador, Señor, el hombre que nada
por la memoria de las aguas
hasta donde su pecho
recuerda las pisadas,
como marcas de luz, de tus sandalias.

Y recuerda los días cuando el cielo
rodaba hasta los ríos como un viento
y hacía el agua tan azul que el hombre
entraba en ella y respiraba.
Soy el hombre que nada hasta los cielos
con sus largas miradas.

Soy el nadador, Señor, sólo el hombre que nada.
Gracias doy a tus aguas porque en ellas
mis brazos todavía
hacen ruido de alas.


Más sobre Viel Temperley

sábado, 4 de junio de 2011

Tres episodios en apariencia desconectados

Primer Episodio
....
Hay un conducto que transporta directamente el frío de mis pies a mis glándulas nasales. Sufro por las mañanas  porque los grados famélicos que hay circulando por el amibente, se me pegan por todo el cuerpo y como garrapatas me roban el calor.  
Al cabo de un rato el noventa por ciento del cuerpo se semi-adaptó, pero los pies, con los pies no hay qué hacer, están cadavéricamente helados. Me siento con las piernas cruzadas, apoyo sobre ellos mis probables siete kilos de gambas. No funciona. Entonces comienzo a tirarles telas y lanas. Todavía helados. Frío que entra, frío que sale por la nariz a los cinco minutos. Es una suerte de fotosíntesis del estereotipo invernal.

Segundo Episodio

Hay una gata en la casa que se llama Zama, que suena a Ema aunque ello no sirva de nada. Estella, estilo angelical moderno, trabaja de voluntaria en la Sociedad Protectora de Animales Sarmiento. “Ema, se porta así porque está ansiosa por salir”, dice y con disimulo trata de lograr que Ema suelte el cinto de su saco.  Hasta ese entonces Ema, salta en su ph con entrepiso. El chiste estuvo bueno: “Si tuviera pulgares opuestos estaría haciendo sonar una latita”. No sé si fue de Juan o su hermano.

Un gato es para alguien que tiene mucha gente que lo quiere y se lo demuestra a seguido. Con Juan leímos sobre el lenguaje corporal de los gatos.  Se dio una suerte de “escena con metalenguaje”  del tipo: Un hombre mira una película  en el cine,  mientras otro en un plano diferente hace lo mismo. La escena es la siguiente.

Con Juan vemos las ilustraciones, las viñetas indican:
                                                     
                                                               
      ... miramos al gato;





...Juan no sobrevivió para contar la historia.


Argumentos para la aceptación del felino capricho


- Es como una estatua viviente. Sus movimientos tienen la misma sutileza que los de las estatuas cuando cobran vida.

-Duermen realmente mucho, son independientes, no te necesitan, no te quieren, seguro ni te bancan. Planteado de esta forma no tuvo mucho éxito. 

-Tranquiliza, baja los humos.

-“Conozco una lista  interminable de cosas que son más importantes que la sensatez, que  la limpieza, que el orden…

- Sino, nos volveríamos esos yupis que son su fan número uno y todo el fruto de su juvenil éxito lo gastan en ellos mismos de modo hedonista.

- Templa el alma, aclara los sentidos.

- En la heladera hay una calcomanía que indica la existencia de un gato en la casa. Si no lo tenemos ¿cómo quedamos ante los vecinos?

- ¿Los viste moverse?, ¡es como el musical Chicago!

- ¿¡Ya alguna vez te negué algo?! (No sean mal pensados)

- Toda persona que se proyecte escritora, necesita un gato. Es el primer paso de todo premio nobel.

- Nos haría compañía en caso de que el otro viaje.

- Podemos abandonarlo en el jardín británico
(-¿Jardín británico?)
- Botánico, perdón.

- Es eso o un hijo.

- yo... yo nunca tuve un gato- Argumento de Gabi.

- Claro que para traer a casa otro tipo de “gatos”, vos no tenés problemas.

-Podrían calentarme los pies, sufro mucho frío por las mañanas y hay un conducto que trasnporta…


* Finalmente un “ma’ si (te estaba por dejar de todos modos)”.
Zama tiene carácter también dijo Anabella…

Tercer Episodio

Hay una fábrica de paraguas en Constitución. Allí, entre hoteles de pasajeros y albergues transitorios, está el único representante de la industria argentina del paraguas. Es un local desprolijo con gran y repleta vidriera. Había visto negocios que vendían carteras, chalinas y paraguas; gabanes, billeteras y paraguas,  incluso vi uno en que vendían cuchillos y paraguas, lo cual me llamó ya bastante la atención.   Pero sólo paraguas, nunca.


Saludar con un “buenas tardes ¿qué anda buscando?”, es un sinsentido.
- ¡Qué lindos paraguas! dije para adelantarme.  
- ¿Quieres ver los plegables o los clásicos?
-Y… los plegables son más difíciles de perder, pero resisten muy poco. Mejor un clásico. Además si no llueve siempre es disfrutable portar el paraguas como un bastión, caminar con distinción  y cantar.

Una señora del otro del mostrador cosía unas telas impermeables. Atrás había un señor más joven  en el  taller y en un cubículo hay decenas de esqueletos de paraguas. Empiezo a señalar y empieza abrirlos. Trato de detenerlo diciendo al menos lo que no quiero. Había unos con un forro interno estampado. Me tientan, señalo, lo abre.

-Pero andá, parate más lejos y mirame, me dice mientras abre dos paraguas al mismo tiempo. Sentí que era como Willy Wonka y la fábrica de Paraguas. Por cuestión de precio indagué por los plegables. -No, esos los hacen en la China-, respondió. Había uno más normal - y barato- pero esos forrados era hermosos

-Abrilo y andá a mirarte al espejo.

Sí, ¡¡Me estaba probándo paraguas!! Salí con el de la foto. Dijo que aparte de a transeúntes desprevenidos, también los vende a una empresa de moda conocida –me dijo el nombre- y por ahí a empresas que les gusta que la gente los asocie con la lluvia. Abrí mi paraguas y la gente se detenía a mirarme estupefacta. (No llovía por cierto)




miércoles, 6 de abril de 2011

No comparto

El texto a continuación es viejo, algunos ya lo habrán leído. Resulta que ayer tuve una clase donde un sujeto muy groso en lo que hace -aunque no recuerdo bien que era- nos insitaba a crear medios de comunicación para pantallas móviles. "Las pantallas móviles -decía-, las tablex, los celulares, son el futuro. Porque hay mucho tiempo perdido en desplazamiento y espera en las grandes ciudades. La gente recurre a lo que tiene a mano para entretenerse o aprovecharlo respondiendo mails" (no es una transcripción textual)".
Hay mucho más que hacer en los tiempos muertos, aparte de mirar facebook por el blackberry. ¿Y los libros Sr.?

Tiempos muertos. Día perfecto

No creo que haya parámetros estables para clasificar un día perfecto. Se puede mencionar una par de cosas a modo de lista que deberían o no suceder; o imaginar toda una situación al mejor estilo “El Mundo ha vivido equivocado” [1]. Pero el problema es que así se restringen las posibilidades. El día perfecto por excelencia se va construyendo sólo [2], sin que intervengan premeditaciones al respecto. Se arma de sucesos más o menos imprevisibles, pero de ningún modo extraordinarios. (En ese caso se trataría de un Día Especial o Único, que también es muy preciado pero no hace al tema en cuestión) Un día perfecto es específicamente uno del montón; no hace falta (ni se vale) encontrar una gran cantidad de dinero, que sea viernes, ni dormir como una morsa hasta el medio día.

En mi caso me desperté más cabrona y más temprano que de costumbre. Tenía turno a las nueve con la dentista. Llegué bien temprano, y no lo sabía pero me esperaban veinte minutos antes de ser atendida, ¿La parte linda, un tiempo muerto?... Claro que sí. Según mi improvisada reflexión al respecto: 

“Un tiempo muerto es aquel en que no se puede hacer más que esperar, del modo más agradable que le permitan las condiciones, a que el reloj haga lo suyo. Ejemplos de tiempo muerte son un viaje de corta o larga distancia, una sala de espera, un corte de luz, la caída del sistema, una hora entre dos clases, etc. Los mismos pueden y deberían aprovecharse para hacer lo que en el resto del día o de los días no se tiene oportunidad; Y como generalmente se lo da por perdido de antemano, ante estas actividades no sobreviene la culpa.”.

Entonces uno puede escuchar y disfrutar la música, leer un libro cualquiera, hojear revistas de actualidad, dormitar a gusto, conversar con alguien sobre un tema irrelevante quizás para ambos, mirar a la gente, a los perros, las publicidades callejeras, el paisaje. Cosas así de intrascendentales y desde las perspectivas hegemónicas inútiles.

A la salida de las sesiones medicas me quedó el hábito que aplicaban mis padres de consentirme, aunque haya sido una consulta indolora, como en este caso. Entonces fui a un café y me pedí un clásico desayuno porteño. Leí apuntes, pero todo relajada, porque estaba formalmente en sun segundo tiempo muerto enmarcado entre “turno dentista/trabajo”. A la salida de este último tenía que buscar la nota de un parcial, me di el lujo de evitar el subte y fui feliz en el colectivo, sentadita (lo cual en subte a esa hora es imposible) y al lado de la ventana, fresca… Linda nota, gran alegría y además se suspende una reunión con el grupo de Semiótica: el advenimiento de un tercer tiempo muerto, que podía ya extenderse tranquilamente al resto del día.

Entonces miré libros, compré frutas, lo intercepté a Juan, tomamos algo, se leen un par de poemas, fuimos al cine, vimos una película que ninguno tenía pensado ver y estamos los dos solos en la sala, lo cual sólo pasa en las películas, pero no en la que vimos[3] y es maravilloso, un cine lleno de fantasmas tomando café en el bar del hall. Paseo, algo de viento. Y el broche de oro: Llamado de papá (con saludos de mamá) para decirme que la carrera Ciencias de la Comunicación Social de la UNNE, dejó de ulular en la organización institucional y pasó a formar parte de una facultad. Realmente me emocionó.

Ahí me di cuenta de algo que venía presintiendo desde hace horas, estaba efectivamente en un día perfecto. Si, en Buenos Aires, con 38 grados de sensación térmica, en el año que estalló otra gran crisis… con todos los contras del mundo, se puede pasar un día entero sonriendo sonsa, sana y sinceramente con todo el cuerpo, sin culpa, sin sentirse un ingenuo o indiferente.

Es un escenario efímero en que uno acepta a voluntad, renunciando a su arrogancia, el papel de extra. Se permite entonces ser el tipo que compra flores distendido, lee el diario en el banco de una plaza, pasea alegre de la mano con alguien o habla por celular en el fondo de una escena. En un primer plano los protagonistas intercambian entreverados discursos existenciales o planean operaciones que cambiarán sus vidas. Y mientras ellos se enfrentan a situaciones dramáticas, conflictivas o intensas, uno ahí atrás, a un costado, sin cargar con el peso de una trama, es feliz casi fuera de foco, al borde del cuadro y desaparece. Eso es un día perfecto.


[1] Gran, gran cuento de Fontanarrosa.
[2] El gran pensador griego Albertos, ha sabido esbozar en la frase “La primera cerveza se toma sola”·  la idea de autorrealización en agentes inanimados. Lo urbano esta lleno de cosas sin vida que se desarrollan en secreto sin intervención humana. 
[3] Se trata de “La elegida” basada en una novela cuyo nombre es más representativo pero demasiado revelador “The dying animal”.